Los Ángeles, 30 ene (EFEUSA).- Poder ir al cine una vez al día pagando 9,95 dólares de suscripción mensual es lo que ofrece MoviePass, un novedoso servicio cuyo reciente éxito ha provocado un intenso debate en la industria sobre su viabilidad y futuro.
Tras alcanzar 1,5 millones de usuarios en todo el país, según los datos ofrecidos por la compañía este mes, MoviePass parece contar con el respaldo del público pero tiene todavía que ganarse el visto bueno de los exhibidores, que liderados por la poderosa cadena AMC observan con escepticismo o frontal rechazo la idea de esta tarifa plana para ir al cine por un precio muy reducido
MoviePass, que fue fundada en 2011 y que cuenta como consejero delegado con el cofundador de Netflix Mitch Lowe, adquirió una gran popularidad a partir del pasado agosto, cuando redujo drásticamente su precio a 9,95 dólares al mes después de que su precio hubiera alcanzado los 50 dólares.
Este sorprendente cambio coincidió con el anuncio de que Helios and Matheson Analytics compró una participación mayoritaria de MoviePass.
“La gente ha aprendido que no quiere asumir el riesgo de pagar para ver una película que puede ser mala, sobre todo ahora que las entradas de cine son tan caras”, señaló Lowe en una entrevista con Efe en noviembre.
Una vez inscrito, el usuario recibe por correo una tarjeta de débito que, a través de una aplicación móvil, debe activar cuando se encuentre cerca del cine señalando qué película quiere ver y en qué sesión.
Con esa información, MoviePass envía el importe exacto de la entrada a la tarjeta del espectador, quien ya entonces puede ir a la taquilla a comprar el ticket.
Los cines reciben el cien por cien del precio de la entrada y los suscriptores pueden disfrutar al menos de una película cada 24 horas (excepto filmes en formatos especiales como 3D o IMAX), pero las dudas surgen en torno a la sostenibilidad de MoviePass con una tarifa tan ajustada.
Según la Asociación Nacional de Propietarios de Cines, el precio medio de una entrada al cine en 2017 fue de 8,97 dólares, pero se debe contemplar que en Nueva York y Los Ángeles, dos de los mercados cinéfilos más importantes, los boletos para la pantalla grande superan de manera habitual los 10 dólares.
Con estos datos, un usuario de MoviePass podría rentabilizar su suscripción acudiendo sólo una vez al cine al mes, por lo que la compañía, dicho de modo coloquial, le estaría subvencionando el resto de ocasiones que fuera a ver una película hasta el siguiente cobro.
MoviePass, que asegura que su servicio está operativo en el 91 % de cines de EE.UU., orienta su búsqueda de beneficios en la venta de información personal y de hábitos de los espectadores, que podría ser de interés para estudios y plataformas de exhibición o para negocios que se encuentren cerca de cines.
Asimismo, si MoviePass se convirtiera en un actor con peso en el sector podría aspirar a llevarse un porcentaje de la taquilla o de los servicios de comida y bebida.
El día de su contundente bajada de precio a 9,95 dólares MoviePass no fue recibido con una alfombra roja por AMC, la mayor cadena de cines nacional, que emitió un durísimo comunicado: “No sois bienvenidos aquí”.
AMC mostró su preocupación por el anuncio hecho por un “pequeño y alternativo actor” de la industria ya que, en su opinión, el plan de MoviePass no beneficiaba “a los intereses de los espectadores, los cines y los estudios”.
Con alrededor de 1.000 cines con 11.000 salas en todo el mundo, AMC se postula como un enemigo temible, pero MoviePass movió ficha la semana pasada al retirar de su plataforma a diez cines de esta cadena, entre los que están algunos establecimientos con mucho público.
“AMC no ha tomado ninguna acción para impedir la admisión de MoviePass en nuestros cines”, aclaró la cadena.
El medio especializado Deadline aseguró que MoviePass reclama 3 dólares de descuento en las entradas que abone a AMC así como un 20 % de las ventas de comida y bebida.
Pero más allá de esa negociación, la agresiva jugada de MoviePass explotó un posible escenario en el que si un cine no está incluido en su servicio quizá los espectadores estén dispuestos a buscar otra sala.
El desembarco de MoviePass sacudió un sector que en 2017 tuvo un año muy decepcionante, ya que la taquilla estadounidense cayó un 2,3 % hasta situarse en los 11.120 millones de dólares, según la consultora comScore.
Las salas han tratado de seducir al público con cines de lujo y ofertas de fidelidad, venta de alcohol y comida más allá de palomitas, y programación de espectáculos deportivos y musicales.
Mientras, MoviePass intenta encajar en la mentalidad de una población joven ya acostumbrada a pagar cuotas mensuales por servicios como Netflix o Spotify.
Y la ambición de MoviePass no se detiene en las salas, ya que la semana pasada entró en el mercado de la distribución al adquirir junto a The Orchard los derechos del filme “American Animals”.

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