Miami, 13 feb (EFE).- Los niños hispanos en el país enfrentan en mayor proporción que los niños blancos no hispanos adversidades como la pobreza y la separación de sus padres, y además son víctimas de racismo, según un estudio divulgado hoy por Child Trends.
Más de la mitad de los niños latinos (51 %) tiene la posibilidad de enfrentar una o más de cualquier Experiencia Adversa de la Niñez (ACE, en inglés), mientras que en los blancos no hispanos el porcentaje baja al 40 %, según el análisis de esa organización sin ánimo de lucro.
En el caso de los afroamericanos no hispanos la proporción es del 61 %, mientras que en el caso de los asiáticos está en un 23 %, según la encuesta realizada en 2011 y 2012.
En general, las dificultades económicas y el divorcio o separación de los padres son las experiencias infantiles más comunes y adversas en los niños, tanto a nivel nacional como en casi todos los estados.
Además de estas dos variables, Child Trends analizó también la muerte o encarcelamiento del padre o la madre, la violencia doméstica o en el vecindario y la convivencia con un adicto o enfermo mental o con alguien severamente deprimido.
Sin embargo, el psicólogo David Murphey, uno de los autores del estudio, explicó a Efe que durante la investigación surgió el tema del racismo ya que “los niños afroamericanos y latinos en promedio están expuestos a más ACE que los niños blancos”.
Aseguró que los hallazgos fueron “claros” en ese sentido y que el racismo es “un importante determinante social de la salud, operando a través de mecanismos como un acceso más pobre a la atención, una atención de menor calidad y peores resultados”.
Sin embargo, explicó que aún no comprenden todas las formas en que el racismo interactúa con otros factores para afectar el bienestar de los menores.
El doctor en Psicología del Desarrollo dijo que el racismo difiere de muchas otras ACE, ya que opera en múltiples niveles, incluidos el institucional y el sistémico.
“Según la edad del niño y otros factores, es posible que hayan tenido más o menos exposición a estos”, precisó.
Aseguró que las familias y las comunidades desempeñan un papel en la interpretación y amortiguación de la experiencia del racismo en los niños y mencionó como ejemplo que fomentar una fuerte identidad étnica o racial positiva “puede mitigar algunos de los efectos tóxicos del racismo”.
El racismo, dijo, también puede ser diferente, dependiendo de si los niños latinos crecen en una comunidad mayoritariamente latina o mayoritariamente no latina.
Según Murphey, cuando el racismo conduce al acoso u otras formas de agresión, es probable que sea más traumático.
El estudio determinó que la mayor exposición de los latinos y afroamericanos a los ACE se debe “a las políticas discriminatorias de vivienda y empleo, los prejuicios en la aplicación de la ley y las decisiones sobre sentencias y las políticas de inmigración.
Por otro lado, en general, el 45 % de todos los niños a nivel nacional y en la mayoría de los estados ha experimentado al menos un ACE, lo cual puede tener un impacto duradero en su vida.
Murphey y la investigadora de tendencias de Child Trends, Vanessa Sacks, estiman que en 2016 prevalecían las ocho ACE a nivel nacional.
“Las experiencias adversas de la infancia son un problema crítico de salud pública”, se lamentó Sacks.
Manifestó que si un niño no tiene relaciones intermedias con un adulto de apoyo, estas experiencias pueden tener efectos negativos duraderos a lo largo de su vida, incluidos el alcoholismo, el abuso de drogas, la depresión, el suicidio y la obesidad.
“Aún más preocupante es el hecho de que estos efectos negativos pueden transmitirse de una madre a su hijo. Podemos mejorar la vida de varias generaciones al comprender cómo estas experiencias afectan a los niños y proteger a los niños de sus efectos negativos”, agregó.

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