Tampa (FL), 21 ene (EFEUSA).- Vicki Smith tenía apenas 17 años cuando ofreció su primera actuación en el legendario teatro de sirenas del Parque Estatal Weeki Wachee Springs de Florida y más de 60 años después la más veterana del grupo no puede abandonar ese “paraíso submarino”.
“Me siento más confortable en mi vida debajo del agua que en la superficie”, confesó a Efe Smith, de 78 años de edad, quien en 1957 se inauguró como una “sirena Weeki Wachee” y desde entonces, aunque con algunas interrupciones a partir de la década de 1960, se mantiene en este espectáculo, ahora como integrante de las Sirenas Legendarias.
En este longevo parque y centro de entretenimiento, ubicado al norte de Tampa, en la costa oeste de Florida, Smith y el grupo de veteranas sirenas actúan una vez al mes, y además forma a las nuevas generaciones.
Desde que era una niña y residía en el poblado de Brooksville, a poco más de 20 kilómetros al este de Weeki Wachee, nadaba siempre en un manantial del área, que recuerda como una zona “mágica” y en medio de un gran bosque.
“Había azaleas alrededor del manantial siempre floreciendo, el agua era cristalina, 99 % del agua era pura, no había algas”, rememora la mujer, quien siempre tuvo en la mira ser parte del espectáculo de sirenas, objetivo que alcanzó el 7 de junio de 1957, apenas culminada la secundaria.
Entre los varios recuerdos que se agolpan cuando echa la vista atrás figura la visita que Elvis Presley hizo al parque en 1961, aunque si de memorias se trata ella prefiere aquellos primeros años en la silenciosa profundidad del agua.
“Nada se compara con sumergirme y nadar, impulsarme y llegar a una roca formada desde millones de años y sentarme (…), escuchar la paz del silencio, escuchar el agua, sentir los peces alrededor algunas veces más pequeños que la palma de mi mano”, relata.
En sus inicios, cuando eran apenas dos sirenas que realizaban “una simple rutina” que consistía en una danza de ballet, además de comer un plátano bajo el agua y beber soda, el espectáculo se hacía en “un pequeño teatro acuático de aluminio y con una banca para apenas 60 espectadores”, y no los cientos de hoy, recuerda la mujer.
En el manantial de piedra caliza donde se efectúa el espectáculo, de unos 30 metros de ancho, cada día más 400 millones de litros de agua clara y fresca brotan de las cavernas subterráneas, con una temperatura de 23 grados centígrados, según la administración del parque.
En él, las sirenas nadan hasta unos seis metros debajo de la superficie del agua, donde la corriente puede alcanzar una velocidad de 8 km por hora.
Vicki Smith asegura que para las jóvenes sirenas de hoy en Weeki Wachee la labor se complica por la aleta de tela que usan como vestuario, que impide patalear y se mueven empujadas por los brazos y con las piernas juntas, como un pez.
“Las actuales sirenas los saben hacer y se divierten”, reconoce Smith, quien además alude a las temperaturas del cuerpo, que desciende tras 30 minutos de estar buceando.
Una de ellas, que responde al nombre artístico de Stayce, detalla que “el agua siempre es más fría de los 23 grados centígrados” y que el cuerpo en realidad percibe una temperatura de “entre 1 bajo cero y 7 grados centígrados, pero pese a ello siempre es divertido”.
Las adolescentes y jóvenes que realizan audiciones para convertirse en una sirena descubren que el trabajo requiere esfuerzo, horas de entrenamiento y mucha pasión, además de ser expertas en natación.
Pero Vicki Smith cree que vale la pena el esfuerzo para sumergirse en ese lugar, aquel en el que cuando los rayos del sol lo iluminan “transforma las partículas del agua en diamantes”, tal como así lo recuerda desde que era una adolescente.

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