Indiscutiblemente, es de suma importancia la reducción de los gases que están influyendo sobre el cambio climático, por tanto, es muy lógica la intención de las nuevas tecnologías en la búsqueda de nuevas formas de combustión interna, alejados de la quema de combustibles fósiles. Es la realidad de la industria automotriz de cara al futuro y asumiendo su parte de responsabilidad por la contaminación atmosférica actual lo que está correspondiendo a un porcentaje muy elevado.  

Este año las consecuencias de ese cambio climático se han manifestado con mucha fuerza en lo que va de año con desastrosos eventos alrededor del mundo, como los incendios de California, los huracanes en el sur de Estados Unidos o las olas de calor que se presentaron en Siberia.

Es un contexto terrible, pero, hay que agradecer que los líderes del mundo lo están reconociendo y están manifestando que el fenómeno debe ser abordado lo más pronto posible para tomar medidas puntuales para reducir de una vez por todas las emisiones de carbono y revertir las reacciones del fenómeno.

En ese sentido, el estado de California, hizo oficial su convencimiento de tomar cartas en el asunto y prohíbe que a partir del 2035 continúe la venta de automóviles que utilicen combustibles fósiles y que la medida tenga un mayor alcance al involucrar a vehículos de mayor envergadura en 10 años más allá.

Así llegado el momento anunciado, los vehículos que se vendan en la entidad, actividad que representa la quinta economía mundial, deberán estar dotados de motores alternativos que no generan emisiones de carbono, como por ejemplo los eléctricos o los impulsados por hidrógeno.

Ya en el mercado, los autos con motores eléctricos son en la actualidad la opción más avanzada, confiables y de menor costo, en la búsqueda de dar respuesta a la necesidad de reducir significativamente las emisiones de ese sector.

Cuentan los autos eléctricos entre sus características que, al no tener motores de combustión interna, no les es necesario tener tubos de escape para liberar gases al exterior. En su lugar utilizan una batería eléctrica recargable que se puede recargarse en estaciones de servicio o en las propias casas de los usuarios. Tienen una buena autonomía, cientos de kilómetros y no generan el ruido molesto de los motores que usan los combustibles fósiles.

Existen en el mercado modelos híbridos que cuentan con un motor de combustión interna y otro eléctrico. Y, aunque su generación de emisiones es notoriamente menor, no se ha llegado a cero, que es en definitiva el objetivo de estas políticas.

El hidrógeno, por otro lado, es una fuente de energía de gran atractivo alternativo para los autos eléctricos, en su mayoría en la actualidad usan baterías de ion-litio. Las celdas de hidrógeno generan electricidad a partir de la partícula gasificada, lograda por la descomposición de agua o metano. Dentro de la celda, el gas se convierte en electricidad a través de una reacción química generada por el oxígeno presente en el aire.

Esta alternativa atraviesa una serie de obstáculos que obstaculizan su producción en masa. La producción de esas celdas de energía necesita metales de no fácil consecución. Además, una iniciativa para utilizar esta tecnología de manera masiva requeriría la creación de una infraestructura dedicada a la producción y distribución de oxígeno, algo que todavía no existe.

El esfuerzo bien vale la pena, lograr el objetivo otorgaría amplios beneficios climáticos en Estados Unidos, teniendo en cuenta que el país ha generado la mayor cantidad de emisiones desde 1750. Y en la actualidad aquellas producidas por los autos generan el 30 por ciento del total.

Compartir