Trump triplica redadas y militariza Los Ángeles

Una orden de la Casa Blanca desata operativos masivos, protestas encendidas y la llegada de tropas federales a California. Las voces de la calle claman: “¡No somos números, somos familias!”

La orden que sacudió a millones

Era apenas amanecer cuando la directiva comenzó a circular entre los agentes de Inmigración y Control de Aduanas (ICE): 3 000 arrestos diarios, sin excusas, con el foco puesto en las grandes ciudades demócratas. En cuestión de horas, brigadas completas salían rumbo a Nueva York, Chicago, Los Ángeles y otras urbes donde la comunidad migrante late con más fuerza.

El propio presidente Donald Trump lo presentó como “el mayor programa de deportación masiva de la historia”. En la práctica, la instrucción borró la discreta línea que antes protegía a quienes no tenían antecedentes penales. Cualquier indocumentado era ahora blanco potencial, ya fuera padre de familia, trabajador agrícola o estudiante universitario.

Objetivos imposibles, tácticas polémicas

La cuota —triplicada de mil a tres mil capturas cada día— obligó a ICE a buscar números a toda costa. Agentes montaron operativos frente a tiendas Home Depot y 7-Eleven, donde suelen concentrarse jornaleros. Otros esperaron a los migrantes a la salida de tribunales: personas recién absueltas que, al dar un paso fuera del juzgado, terminaban esposadas en una camioneta sin más explicación.

En los mismos reportes internos de ICE se refleja la contradicción: menos del 10 % de los detenidos cuentan con condenas por delitos graves. Sin embargo, la presión política exige cifras y titulares; la realidad humana queda en un segundo plano.

Los Ángeles: ciudad sitiada

Las protestas no tardaron en explotar. En Los Ángeles, el movimiento se volvió incontrolable tras la redada de un almacén textil en el centro. Cientos salieron a la calle con pancartas de “Nadie es ilegal” y “Abajo las jaulas”.

El 7 de junio, el presidente federalizó la Guardia Nacional de California y envió cuatro mil soldados a patrullar la ciudad. Tres días después aterrizaron 700 infantes de marina adicionales. A pesar de la presencia militar —o quizá por ella—, las manifestaciones crecieron de 250 personas a más de tres mil, con escenas de choques, saqueos y más de 200 arrestos en una sola noche.

La alcaldesa Karen Bass impuso toque de queda; el gobernador Gavin Newsom demandó a la Casa Blanca por violar la soberanía estatal. Trump, por su parte, defendió la medida: “Los Ángeles estaría ardiendo sin nuestras tropas”. Sobre el asfalto caliente, varias familias migrantes temen ahora la deportación tanto como la violencia en las calles.

Nace el grito “No Kings”

Entre gases lacrimógenos y cordones militares, un nuevo lema se coló en los muros: No Kings (Sin Reyes). El Movimiento 50501 —50 estados, 50 protestas, un mismo objetivo— llamó a marchar el 14 de junio, cumpleaños del presidente y día del desfile militar por el 250º aniversario del Ejército.

Lo que empezó como un hashtag se convirtió en casi dos mil protestas simultáneas dentro y fuera de EE. UU.. Desde Filadelfia (80 000 personas) hasta Vancouver, donde activistas escribieron con tiza “Los inmigrantes construyeron Norteamérica”, el mensaje se repitió: “No a la deportación masiva, no a un gobierno que gobierne por decreto”.

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