Denver (CO), 6 ene (EFEUSA).- Una pequeña pieza de un arma de fuego hallada el mes pasado en el este de Colorado abona la tesis de que los conquistadores españoles llegaron siglos antes de lo que se creía a esa zona de lo que hoy es Estados Unidos y llegaron a poseer un “profundo conocimiento” de esas tierras montañosas.
Así lo defiende David Baley, director del Equipo de Investigaciones Históricas del Museo del Oeste, en la ciudad de Grand Junction (Colorado), que ha dedicado gran parte de su carrera profesional a investigar las “expediciones desconocidas” españolas de los siglos 16 y 17 a esa zona de las Montañas Rocosas.
“Siempre me fascinó la historia del período colonial español en el suroeste de Estados Unidos. En el oeste de Colorado, no tenemos misiones o restos de ciudades españolas, pero nuestro paisaje está vivo con la historia española”, dijo a Efe.
“Las ciudades, las montañas, los ríos y las mesetas tienen nombres en español. Muchos de esos nombres han sido asignados por los primeros exploradores y cartógrafos españoles que recorrieron la región a la que hoy llamamos el oeste de Colorado”, agregó.
De hecho, en esa zona, las montañas se llaman San Juan, el principal río es Las Ánimas, los condados tienen nombres como Conejos o Cuchara y las ciudades se llaman San Luis (la más antigua en Colorado, fundada en 1848), Pueblo, Buena Vista, Dolores, La Junta y nombres similares.
Sin embargo, a pesar de los casi cinco siglos desde la llegada de los españoles a la zona y que desde entonces la presencia de mexicanos (y luego hispanos o latinos) ha sido ininterrumpida, esa historia sigue siendo “fragmentada”, según Bailey.
Se sabe, por ejemplo, que Don Juan de Oñate encabezó una expedición que en 1598 llegó hasta el sur de Colorado. Y su sobrino, Juan de Zaldívar, cazó búfalos en el Valle de San Luis ese mismo año, dos siglos y medio antes de que allí hubiese una ciudad con ese nombre.
Luego, en 1765, Juan Antonio María de Rivera, nacido en Chihuahua (México) exploró la zona del sur de Colorado y estableció relaciones permanentes con los Ute y otras tribus de la región.
Más tarde, entre julio y noviembre de 1776 y en respuesta a la declaración de independencia de Estados Unidos, los padres Francisco Domínguez y Silvestre Escalante encabezaron una expedición que pasó por Nuevo México, Colorado, Utah y Arizona, en ese orden.
Pero, según Bailey, “hubo muchas otras expediciones no registradas que viajaron al norte de los límites de los territorios españoles”. Sin embargo, hallar evidencia de esas expediciones es “algo extremadamente raro”, aunque claramente no imposible.
Bailey y sus colaboradores hallaron hace años en la zona del Arroyo Kannah (unos 50 kilómetros al oeste de Gran Junction) una fortificación de piedra hecha por españoles, restos de una armadura, partes de pistolas y partes de una navaja.
En otros lugares de la misma zona descubrieron fragmentos de espadas y de cruces y el mes pasado en el Arroyo Kannah se encontró un artefacto que puede ser parte de una pistola española de casi cinco siglos.
Si la antigüedad de la pieza se verifica científicamente, se establecerá que los españoles llegaron al oeste de Colorado 100 o 200 años antes de lo que hasta ahora se creía.
La teoría prevalente afirma que el fracaso de la expedición de Francisco de Coronado realizada entre 1540 y 1542 para encontrar las míticas Ciudades de Cibola (las Siete Ciudades de Oro) llevó a cancelar otras expediciones españolas en las Rocosas.
Interesantemente, un mapa de la época de Hernán Cortés ubica a las Siete Ciudades en la zona donde hoy está Grand Junction.
“Los primeros exploradores españoles escucharon muchas historias. Pero los mitos pronto dieron lugar a exploradores y comerciantes serios con profundo conocimiento de esta vasta región habitada por muchos y diferentes grupos culturales”, dice el historiador.
Gracias a esas exploraciones, esa región del continente americano quedó abierta primero al intercambio comercial (entre españoles, mexicanos y nativos) y luego al asentamiento de colonos.
Bailey está seguro de que quedan “archivos, diarios y sitios arqueológicos aún no descubiertos” que agregarán detalles a esa historia “o podrían cambiarla”.
“Quedan muchos misterios por resolver”, concluyó.

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