Washington, 11 ene (EFEUSA).- De la reconocida figura de la nativa Pocahontas en el siglo XVII al bautizo de unos misiles del ejército como “Tomahawk”, los indios americanos están en cada rincón de la historia de Estados Unidos desde antes de su fundación.
La trascendencia de la hija del líder del territorio Powhatan, la presencia de los nativos americanos en múltiples disciplinas como en la militar o la tragedia del desplazamiento forzado conocido como Sendero de las Lágrimas en el siglo XIX son algunos de los elementos recogidos por la exposición “Americanos”, del Museo Nacional de Indios Americanos de la red Smithsonian en Washington.
El título se presenta como un clamor de los nativos por un mayor reconocimiento y la recuperación de su papel en la historia del país, ya que “americanos” era el término con el que se referían a los indios los primeros colonos, un vocablo que hoy no se relaciona con la acepción de entonces.
Cartelería de locales comerciales, emblemas empleados en la I Guerra Mundial, misiles que usan sus nombres como muestra de agresividad, portadas de películas del género “western”, cómics, sellos o motocicletas son algunos de los objetos de la imaginería estadounidense en la que los indígenas han logrado protagonismo a lo largo de la narrativa construida en el país.
Un total de 350 objetos, además de diverso material de vídeo entre el que se incluyen extractos de películas protagonizadas por John Wayne, buscan clarificar la historia de los nativos y hacer comprender al público la importancia de esos pueblos en los Estados Unidos de hoy.
“Hay una gran falta de reconocimiento; es una contradicción muy extraña porque esta imaginería está en todo Estados Unidos todo el tiempo, mientras que la cobertura en noticias a las comunidades indias es muy escasa”, afirma a Efe Paul Chaat Smith, curador de la muestra y miembro de la nación Comanche.
Chaat Smith considera que “la mayoría del público ni siquiera ve a los nativos como seres humanos vivientes y reales”, razón por la que ve imprescindible “abrir es conversación y hablar de los sentimientos de los estadounidenses” mediante la exposición, que se inaugura el próximo 18 de enero.
El comisario de la muestra incide en que Pocahontas (1595-1617) “era una figura increíble”, a pesar de fallecer a los 22 años, porque “jugaba un papel diplomático y era muy conocida” por su relevancia en el primer éxito de los británicos en territorio americano: Jamestown -actual estado de Virginia-.
Secuestrada y bautizada cristiana por los ingleses, Matoaka -Pocahontas es un alias- pasó a llamarse Rebeca y se casó con John Rolfe, un colono y cultivador de tabaco cuya empresa provocó el auge económico del enclave de Virginia, considerado uno de los lugares fundacionales del país que declararía la independencia en 1776.
Pocahontas ha sido una figura históricamente apropiada desde múltiples ámbitos, entre los que resalta la paradoja de que fuera empleada como símbolo por los confederados de Virginia en sus banderas y a la vez por los abolicionistas, que realizaban escritos antiesclavistas en su nombre.
Más recientemente, en 1995, Pocahontas protagonizó uno de los grandes clásicos cinematográficos de Disney y, en un registro muy diferente, también ha sido citada en repetidas ocasiones por el presidente, Donald Trump, para referirse de manera polémica a una senadora demócrata que dice tener origen nativo.
Además del repaso a la figura de Pocahontas y de los centenares de objetos marcados por la identidad de los nativos, la exhibición presenta una sala para zambullir al visitante en la historia de las Guerras de Sioux de finales del siglo XIX entre las tropas del Estado que cumplía su primer centenario y grupos de nativos estadounidenses.
Otro de los aspectos más destacados en los más de 850 metros cuadrados de salas es el Sendero de Lágrimas, el desplazamiento del pueblo nativo tras la aprobación del Acta de Eliminación de los Indios bajo la presidencia de Andrew Jackson en 1830.
Este apartado de la exposición se presenta como una forma de recordar la tragedia vivida por la población india, que abandonó sus hogares en el este hacia la zona oeste del río Misisipi.
Según las estimaciones que recoge el museo, cerca de 70.000 indios abandonaron su lugar de residencia debido a la norma, entre ellos 3.000 de la nación Seminola, de lo que en ella murieron 700; 23.000 de Muscogee, Con 3.500 fallecidos; 20.000 de Choctaw, con 4.000; 5.600 Chicksaw, de los que 800 murieron; y 16.000 Cherokee, con entre 2.000 y 4.000 muertes.

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