Lima, 22 ene (EFE).- La visita de Estado y Apostólica del papa Francisco a Perú volvió a poner en evidencia la enorme influencia social y política de la religión en general y de la Iglesia católica en particular en el país andino, que se volcó de forma masiva sin apenas la más leve crítica en una exhibición de fe y devoción.
El mayor y más evidente gesto de esa influencia fue la masiva respuesta y la convocatoria a los actos apostólicos del papa en todo el país, particularmente la misa que ofreció en la Base Aérea Las Palmas de la capital peruana en la que participaron con entusiasmo centenares de miles de personas.
Ni el intenso calor, ni las largas esperas, ni las dificultades para trasladarse por la ciudad arredraron a los fieles limeños y de otras partes del país que acudieron al llamado de Francisco, en una movilización que se fue orquestando desde semanas antes de la visita y que constituyó todo un éxito.
Un espectáculo similar se vio un día antes en Trujillo, donde la misa papal en la playa de Huanchaco reunió más de 200.000 personas, aproximadamente un cuarto de la población total de la ciudad.
También fueron notables las movilizaciones populares y espontáneas tanto en Lima como en Trujillo y Puerto Maldonado de decenas de miles de ciudadanos que salieron todos los días, sin importar la hora ni la tiempo de espera, a saludar el fugaz paso de la comitiva papal por sus calles y plazas.
Ese fue un ejercicio popular de fe y que en un principio incluso sorprendió a la comitiva vaticana y a sus equipos de seguridad, que no esperaban un seguimiento tan masivo, y que contrastó con la experiencia del papa en el vecino Chile, en donde el seguimiento a Jorge Bergoglio fue mucho menor.
Incluso el propio Francisco tuvo que pedir en algún momento a la gente que lo esperaba día y noche en la puerta de la Nunciatura Apostólica, donde residió durante su estancia, que se fueran a descansar y que dejaran dormir a los vecinos.
Más allá de esa devoción popular de los peruanos, país en donde cerca de un 80 % de la población se declara católica, destacó sin embargo la vinculación institucional y política de prácticamente todos los estamentos públicos y privados de relevancia con la visita papal.
Políticos de toda clase y condición participaron de forma activa en la visita, empezando por el presidente Pedro Pablo Kuczynski, quien estuvo presente en todas las actividades públicas de Francisco de índole religioso y apostólico, además de mantener con él un encuentro oficial en el Palacio de Gobierno.
Los políticos reafirmaron públicamente su fe y su confianza en el mensaje de Francisco, alabaron su capacidad para unir y reforzar la “moralidad” del país, así como su afán por escuchar el “mensaje de Dios” por boca del papa.
Y eso que el mensaje papal se centró en denunciar la corrupción con virulencia, corrupción que salpica de lleno a la casi totalidad de la clase política peruana en estos días con el escándalo de la constructora brasileña Odebrecht.
Las únicas críticas o reclamos a Francisco, muy leves, llegaron de la izquierda, como por ejemplo de la ex candidata presidencial Verónika Mendoza, quien pidió en una carta abierta al papa que apenas tuvo difusión que no avalara el indulto que Kuczynski brindó al ex presidente Alberto Fujimori y que defendiera con más fuerza a la víctimas de abuso sexual en la propia Iglesia.
Marco Arana, otro diputado de izquierda y ex sacerdote católico, también reclamó al papa una mayor acción contra los abusos, particularmente en el caso peruano del Sodalicio de Vida Cristiana, un tema por el que sin embargo Francisco pasó de puntillas durante su visita.
Universidades y escuelas públicas y privadas, las Fuerzas Armadas y la Policía y otros organismos del Estado expresaron públicamente en varias ocasiones su adhesión al papa.
Pese a reconocer la libertad de conciencia y religión y permitir el ejercicio libre de todas las confesiones “siempre que no ofenda la moral ni altere el orden público”, la Constitución peruana reconoce a la Iglesia católica como “elemento importante en la formación histórica, cultural y moral del Perú” y como tal “le presta su colaboración”.

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