Washington, 3 ago (EFEUSA).- El déficit comercial de Estados Unidos creció en junio un 7,3 %, debido al descenso de las exportaciones y un auge de las importaciones, la primera subida tras cuatro meses consecutivos de descensos y en medio de renovadas tensiones con China.
La cifra del déficit se ubicó en junio en 46.300 millones de dólares, levemente inferior a los 46.600 millones que esperaban los analistas.
Las exportaciones bajaron un 0,6 %, hasta los 213.800 millones de dólares, mientras que las importaciones crecieron un 0,6 %, hasta los 260.200 millones.
El déficit con China, muy sensible políticamente por las críticas del presiente Donald Trump a las prácticas comerciales “injustas” de Pekín, ha crecido en la primera mitad del año un 8,3 %.
En los primeros seis meses del año el déficit comercial estadounidense subió en 291.000 millones de dólares, un 7,2 % por encima de los 272.000 millones de la primera mitad de 2017.
Con la Unión Europea, el saldo negativo aumentó un 11 % y con México lo hizo un 5,5 % en ese mismo periodo de tiempo.
Tras cuatros meses de sostenidos descensos, la subida de junio coincide con la escalada en la guerra comercial desencadenada por el agresivo proteccionismo de Trump, que considera que el país es tratados de manera “injusta” por sus socios comerciales.
En lo que va de año, el mandatario ha impuesto aranceles a las importaciones de paneles solares, acero y aluminio, así como sobre importaciones china por un valor de 34.000 millones de dólares.
Pekín ha reaccionado con medidas similares, con aranceles sobre numerosos productos estadounidenses como la soja o el cerdo.
Aunque ambas potencias han sostenido varias rondas de conversaciones para rebajar las fricciones, han sido incapaces de llegar a un acuerdo.
Este jueves, el Gobierno chino pidió al de Estados Unidos que “vuelva a la sensatez” y abandone una táctica de “chantajes” que según Pekín daña a ambas partes.
Y hoy viernes, Pekín avanzó que está preparada para imponer nuevos aranceles a productos de Estados Unidos por un montante equivalente a 60.000 millones de dólares, después de que la Casa Blanca amenazase a Pekín con aumentar del 10 al 25 % las tarifas aduaneras para las importaciones del país asiático de productos por valor de 200.000 millones de dólares.
La réplica de Washington no se hizo esperar, y Larry Kudlow, asesor económico de la Casa Blanca, advirtió a China de que “no subestime la determinación” de Trump y subrayó que el gobierno estadounidense lo que quiere “son reformas comerciales”, algo con lo que, por ahora, “China no está cumpliendo”.
Las primeras consecuencias de que se está pasando de las palabras a los hechos están comenzando a sentirse, y la Reserva Federal (Fed) constató que la preocupación se está extendiendo por los posibles efectos y se están postergando ya decisiones de inversión ante la incertidumbre generada.
Aunque previamente Trump había rechazado la idea de que los aranceles chinos pudiesen afectar a la economía estadounidense, la pasada semana anunció un paquete de subsidios federales de 12.000 millones de dólares para los granjeros productores de soja, uno de los sectores más afectados por las represalias de Pekín.
Cerca del 60 % de las exportaciones soja estadounidense tienen como destino China.
Trump sí que logró acercar posturas con la UE la pasada semana, en un encuentro con el presidente de la Comisión Europea (CE), Jean-Claude Juncker, y juntos se comprometieron a trabajar para reducir las barreras comerciales mutuas y evitar aranceles adicionales.