Washington, 12 sep (EFEUSA).- Desde 1980 Texas vota por presidentes republicanos, y desde 1993 no elige a un senador demócrata. Es por eso que la cada vez más corta distancia en las encuestas entre el senador conservador Ted Cruz y su rival en las legislativas, Beto O’Rourke, ha encendido las alarmas en el Partido Republicano.
En los últimos días, varias voces conservadoras han reconocido la posibilidad “real” de que Cruz pierda su asiento, y él mismo ha intensificado su campaña de descrédito contra su rival apelando a las raíces tradicionales de los texanos.
“(Los demócratas) quieren que seamos como California, que comamos tofu, usemos silicona y nos tiñamos el pelo”, argumentó el senador en un mitin reciente, causando una ola de comentarios en las redes sociales.
Y es que una victoria de O’Rourke, quien ha logrado una importante suma en la recaudación para su campaña superando al propio Cruz, le daría a su partido un gran impulso para intentar hacerse con la mayoría en el Senado, donde los demócratas enfrentan más dificultades para vencer.
Si bien el entusiasmo de los votantes favorece este año a la oposición, los republicanos esperan mantener o ampliar su mayoría de 51 a 49 escaños en la Cámara Alta, ya que los demócratas tienen que defender más asientos en las legislativas que se celebrarán en noviembre.
Cruz aun registra una ligera ventaja en los sondeos, pero la tendencia favorece a O’ Rourke, quien ha ido recortando distancias de forma ininterrumpida en las últimas semanas.
“Hay una posibilidad muy real de que ganemos la batalla por el Senado en Florida y perdamos en Texas”, dijo esta semana el jefe de presupuesto de la Casa Blanca Mick Mulvaney, según una grabación de obtenida por el diario The New York Times.
“No creo que sea probable, pero es una posibilidad. ¿Qué tan agradable es un candidato? Eso todavía cuenta”, agregó Mulvaney, en alusión a la polémica figura de Cruz, quien en sus años en el Senado se ha enfrentado abiertamente a los líderes de su partido y se ha granjeado numerosas críticas.
Porque Cruz no ha sido un compañero de filas agradable para los republicanos desde que aterrizara en 2013 en el Senado, y una muestra de ello son los calificativos que influyentes y poderosos legisladores conservadores le han dedicado en los últimos años.
“Pájaro loco”, en palabras del recientemente fallecido John McCain; “burro” y “lucifer” le llegó a llamar el expresidente de la Cámara de Representantes John Boehner, mientras que el actual líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, lo comparó incluso con una “mula”.
De hecho, Cruz ha tenido una relación muy tensa con el presidente Donald Trump, quien le calificó como “Ted el mentiroso”, pero tal es el riesgo de que pierda el escaño en noviembre que hasta el mandatario se ha visto obligado a apoyarle públicamente y programar un mitin de campaña junto a él para el mes próximo.
Mientras tanto, la figura de O’Rourke está calando en el electorado más centrista de Texas, y su perfil amable, jovial y moderno está alcanzando una dimensión nacional que no es común en este tipo de comicios.
El aspirante al Senado, que actualmente representa el decimosexto distrito congresional de Texas en El Paso, suele ser recibido por grandes multitudes en sus actos de campaña, y su mensaje parece haber motivado especialmente a los votantes más jóvenes.
No obstante, sea quien sea el que se lleve la victoria, lo que ya nadie duda es que este resultado determinará en gran medida el control del Senado, mientras que los estilos de ambos candidatos ilustran a la perfección una dinámica que va mucho más allá de Texas: los viejos valores tradicionales de EE.UU. o el atrevimiento de darse al tofu. EFEUSA
rg/hma

 

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