El miedo a contraer la infección por COVID-19, por un lado, el escepticismo generalizado sobre la efectividad de las vacunas apresuradas por el otro, están haciendo que funcionarios de salud de EE. UU. están considerando la implementación de un seguimiento adicional a las primeras personas vacunadas cuando las vacunas estén disponibles, una práctica preventiva adicional que los expertos ya consideran esencial.
Según resultados de una nueva encuesta la poca confianza en las vacunas está en aumento. Una cuarta parte de los estadounidenses manifiesta que no se vacunará.
Los resultados de la encuesta de The Associated Press-NORC Center for Public Affairs Research refieren que solo el 46% de los estadounidenses quieren una vacuna COVID-19 y otro 29% no se decide.
Llama poderosamente la atención que, a pesar de que los estadounidenses negros se han visto especialmente afectados por el COVID-19, tan solo el 22% planea vacunarse en comparación con el 48% de los estadounidenses blancos, según la encuesta de AP-NORC.
“Estoy muy preocupado por las dudas sobre la vacuna COVID”, asegura el Dr. William Schaffner, especialista en vacunas de la Universidad de Vanderbilt. Él es de la opinión que incluso los médicos de atención primaria debieran recomendar vacunas, pero les asaltan muchas preguntas.
“Si los políticos se apartaran y dejaran que el proceso científico funcione, creo que todos estaríamos mejor”, agregó.
La oposición o negación a la posibilidad de vacunación puede poner en riesgo todos los esfuerzos para terminar con la pandemia, por un lado, por el otro, cualquier falla de “esa” vacuna después de haberse probado en el mercado podría traducirse en desconfianza de las otras vacunas que existan.
Luego de ser sometidas a extremas medidas de seguridad a las pruebas finales que se implementarán a miles de personas, esas vacunas deberán pasar por meticulosas evaluaciones adicionales en la medida que se implemente. Se deberá aplicar un sistema de seguimiento a todos los primeros receptores de esa vacuna que debe ser extensiva hasta cumplidas las seis semanas.
Aún es poco probable la implementación de cualquier vacuna antes de las elecciones presidenciales. Lo que es cierto es que quien debe decidir sobre su implementación recae en la ciencia y no en la política, si se siguen los estándares de seguridad emitidos por la Administración de Alimentos.
Las vacunas que han logrado mayor avance en estados Unidos son una vacuna llevada adelante por Pfizer Inc. y BioNTech de Alemania y, otra desarrollada por Moderna Inc. y los Institutos Nacionales de Salud.
El DSMB está focalizándose a los posibles efectos secundarios. Muchas vacunas pueden provocar efectos secundarios temporales como fiebre, escalofríos y otros síntomas similares a los de la gripe.
Se ha dado el caso de que dos vacunas candidatas en pruebas de etapa final en los EE. UU., tuvieron que detenerse temporalmente para profundizar en situaciones de seguridad adicionales. Tal es caso de Johnson & Johnson que tuvo que detener su estudio hasta clarificar la presencia “una enfermedad inexplicable” en un participante y, la compañía espera que se tarde unos días en saber si el problema es un efecto secundario o una coincidencia. Además, las pruebas de la vacuna de AstraZeneca se han visto suspendidas en los EEUU por más de un mes, luego de que surgieran noticias de enfermedades neurológicas en dos participantes británicos. Los reguladores han permitido que el estudio de AstraZeneca continuara en Gran Bretaña y en varios otros países, sin embargo, la FDA aún no ha decidido nada al respecto.
La FDA comunicó a los fabricantes de las vacunas COVID-19 que, si buscan una “autorización de uso de emergencia” para llegar al mercado más rápido de lo pautado, tendrían además que hacer seguimiento a la mitad de los participantes por dos meses después de la última dosis.
Después de ese paso, la FDA se tomaría para sí, varias semanas de trabajo vertiginoso para decidir si una vacuna COVID-19 realmente era idónea para uso de emergencia. Evaluar una solicitud para su aprobación total podría tardar meses, porque la FDA revisa registros más completos de cómo les fue a los participantes.
Posteriormente a la aprobación de una vacuna por la FDA, se espera que las primeras dosis sean recibidas por los trabajadores de la salud y otros trabajadores esenciales, teniendo que firmar un acuerdo que incluya su número de celular y correo electrónico. El CDC usará esos datos para hacer seguimiento a los vacunados.