El cuerpo humano brilla: la ciencia revela que todos emitimos una luz invisible al estar vivos

Una investigación pionera de la Universidad de Calgary ha confirmado que los seres humanos —al igual que todos los organismos vivos— emiten una forma de luz extremadamente débil, imperceptible al ojo humano. Esta luminiscencia, conocida como emisión de fotones ultra débil (UPE, por sus siglas en inglés), desaparece en el mismo instante en que ocurre la muerte, revelando un nuevo y fascinante indicador biológico del estado de salud, vitalidad y metabolismo celular.

¿Qué es la emisión de fotones ultra débil (UPE)?

La UPE es una forma de luminiscencia biológica espontánea causada por especies reactivas de oxígeno (ROS), generadas durante el metabolismo celular y procesos de estrés oxidativo. Cuando estas ROS interactúan con moléculas dentro de nuestras células, liberan pequeños destellos de luz —de entre 10 a 1,000 fotones por centímetro cuadrado por segundo—, lo que la convierte en una radiación hasta un millón de veces más tenue que la que puede percibir el ojo humano.

Este fenómeno no debe confundirse con la bioluminiscencia de ciertos organismos marinos o con los efectos de la luminiscencia inducida. La UPE es constante, silenciosa y ocurre en todos los organismos vivos, desde células individuales hasta seres humanos.

La luz que muere con nosotros: pruebas experimentales

Liderado por el Dr. Daniel Oblak, el estudio en Calgary comparó organismos vivos y muertos —como ratones y tejidos vegetales— observando que la emisión de luz cesa por completo tras la muerte. En plantas como Arabidopsis thaliana y girasoles, situaciones de daño o estrés (como cortes, calor o químicos) generaron un aumento significativo en la intensidad lumínica, demostrando que la UPE también puede revelar señales de alerta biológica.

En ratones, los vivos emitían una luminiscencia notablemente superior a los fallecidos. Este hallazgo refuerza la idea de que la luz que emitimos es un reflejo directo de la actividad metabólica.

Cómo se detecta esta luz invisible

Gracias a las cámaras EMCCD —con sensibilidad para captar hasta un solo fotón— y filtros ópticos de alta precisión, los científicos han podido capturar imágenes de la UPE en alta resolución. Estas herramientas permiten mapear la luz emitida por el cuerpo humano, plantas y tejidos vivos, revelando patrones únicos según el estado de salud, estrés o daño celular.

La investigación desarrolló un sistema de imagen UPE avanzado que mejora drásticamente la detección y abre nuevas posibilidades para la medicina, la biotecnología y la agricultura.

Usos revolucionarios: salud, cultivos y calidad alimentaria

La UPE no solo abre la puerta a diagnósticos médicos más precisos y completamente no invasivos, sino que también promete avances en:

  • Medicina de trasplantes, para evaluar la viabilidad de órganos.
  • Diagnóstico temprano de enfermedades relacionadas con el estrés oxidativo.
  • Agricultura de precisión, para monitorear el estrés de cultivos en tiempo real.
  • Calidad alimentaria, midiendo la frescura de frutas y vegetales sin necesidad de pruebas destructivas.

Aunque aún no se ha aplicado en humanos de forma amplia por razones éticas, los científicos creen que todos los seres humanos emiten esta luz sutil, lo que representa una puerta abierta a nuevas tecnologías de monitoreo de salud celular en los próximos años.

La vida literalmente brilla

Este descubrimiento no solo conecta la ciencia moderna con antiguas concepciones filosóficas sobre la energía vital, sino que también nos da una forma de ver, literalmente, el pulso de la vida. Cada organismo vivo brilla, aunque no lo veamos. Y ese resplandor silencioso se apaga al morir, dejando una huella luminosa que la ciencia apenas comienza a comprender.

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