Austin, 2 sep (EFEUSA).- Carlos nació en México pero hace una década decidió emprender el “sueño americano” y desde entonces, como indocumentado, ha trabajado en Estados Unidos “sin descanso” en el sector de la construcción y de la hostelería, aunque con “miedo” de ser descubierto.
“Llegué a Texas hace diez años para visitar a mi hermano y ya me quedé para trabajar sin obtener el permiso de trabajo, mis patrones siempre han sido mexicanos, ellos entienden nuestra situación. Eso sí, incluso hoy, cuando salgo del apartamento lo primero que hago es mirar si hay alguna patrulla”, explicó Carlos a Efe.
Tras comprobar que “no hay nadie”, Carlos comienza a correr hasta llegar al lugar donde trabaja, un restaurante mexicano en Austin a unos 20 minutos de su casa; una vez allí se siente “seguro” porque sabe que tiene sus derechos.
El encargado de asuntos jurídicos y de protección del Consulado general de México en Austin, Félix Herrera, reconoce que a pesar de las políticas antinmigratorias que surgen desde la Administración del presidente, Donald Trump, ellos reciben “la misma afluencia de casos de siempre”.
El impago de los trabajos, jornadas laborales superiores a las 40 horas semanales, salarios por debajo del mínimo establecido en 7,25 dólares por hora o la falta de seguro médico ante accidentes son los principales problemas de esta comunidad.
“La mayoría de personas que recibimos son indocumentadas, pero la realidad es que la ley los protege de igual manera. No importa si no tienen papeles, pueden hacer cualquier gestión legal a través de las agencias gubernamentales o de abogados”, detalló, en una entrevista con Efe.
El consulado mexicano en la capital texana organiza desde hace una década una semana informativa, con motivo del Día del Trabajo en Estados Unidos, para que sus conciudadanos “rompan ese miedo a creer que si se quejan contra el empleador pueden perder su trabajo por cuestiones migratorias”.
El propio Departamento de Trabajo de EE.UU. especifica en su código que “no se puede discriminar o despedir a un empleado por presentar un reclamación o presentar información en el marco de una investigación”, independientemente de su estatus legal.
La Hermanad de Carpinteros de South Texas, con sede en Austin, es un ejemplo de ello, puesto que en su programa de entrenamiento “no discriminan a nadie por su color, raza, ideología o situación migratoria”.
Uno de los responsables de la asociación, Albino Balderas, comentó durante una visita de Efe a sus instalaciones que “cualquier persona con ganas” puede unirse a ellos para trabajar o para empezar el oficio desde cero.
“Nosotros no preguntamos si tienen papeles o no, simplemente les hacemos una prueba para ver que tipo de trabajos se les pueden conceder y se les pide que sean responsables; (…) eso sí advertimos de que algunas empresas solicitan que tengan algún tipo de visado, para que si no están seguros, no se inscriban en esa obra”, matizó Balderas.
Esta Hermandad de Carpinteros, con 400 personas en el sector sur de Texas, funciona como una bolsa de trabajo a la que acuden las empresas en busca de mano de obra.
Además del programa de entrenamiento de 4 años de duración para quienes quieren progresar en este oficio, ofrecen la posibilidad de acceder a un seguro médico para el empleado y su familia, un plan de retiro e, incluso otras ventajas como cursos de idiomas, tanto para aprender inglés como español.
El Día del Trabajo, “Labor Day” en inglés, se celebra en EE.UU. y Puerto Rico el primer lunes de septiembre de cada año, a diferencia del resto del mundo que conserva el 1 de mayo para dicho evento, desde 1887.
Esta fecha fue fijada por el expresidente Grover Cleveland (1885-1891, 1893-1897) para apoyar el desfile anual de la Noble Orden de los Caballeros del Trabajo en Nueva York, ya que consideraba que el primero de mayo, impulsado por grupos socialistas y anarquistas, generaba disturbios en la ciudad.

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