París, 19 feb (EFE).- Aunque el francés Jean-Baptiste Camille Corot (1796-1875) es conocido como el padre del impresionismo por sus paisajes, en su trayectoria también pintó numerosos retratos que permanecieron ocultos en su taller hasta después de su muerte y que ahora expone el Museo Marmottan Monet de París.
“La parte más moderna de la pintura de Corot es la que menos se difundió durante su vida”, explicó a la prensa el comisario de la exposición “Corot. El pintor y sus modelos”, Sébastien Allard, que añadió que el artista siempre se mostró reticente a difundir estas obras por considerarlas experimentales.
A pesar de que sus paisajes eran habituales en los salones, Corot solo expuso cuatro retratos a lo largo de su vida, por lo que esta exposición representa para el director del museo, Patrick de Carolis, la parte “más personal, secreta y moderna” de la obra del artista.
Mientras que los protagonistas de sus primeros retratos, con una técnica todavía algo “torpe”, fueron sus familiares y amigos, más adelante Corot comenzó a pintar mujeres modelos con el objetivo de “fusionar los paisajes y la figura humana”, relató Allard.
Corot invitaba a las modelos a su taller de la calle Poissonnière, en el norte de París, las vestía con trajes típicos griegos e italianos que le recordaban sus viajes y las pintaba para después añadir de fondo un paisaje imaginado.
Las cerca de 60 piezas que expone este museo especializado en los impresionistas revelan que el francés retrataba casi exclusivamente mujeres, a excepción de varios cuadros de hombres con armadura y de monjes, pintados en tonos ocres, grises y blancos, que también recoge esta muestra hasta el 8 de julio.
Como todos los paisajistas de la época, Corot fue a Italia a completar su formación y “aparte del aprendizaje, volvió con muchos recuerdos” que luego evocaría en obras como “Jeune Femme à la fontaine” (1860) o “L’italienne” (1872), ambas realizadas varias décadas después de sus periplos.
En la Italia de 1843 también pintó “Marietta”, una de sus obras maestras en la que aparece una mujer desnuda pintada en tonos marrones y para la que Corot se inspiró en “La Grande Odalisque” del francés Jean-Auguste-Dominique Ingres.
Corot no dejó de pintar hasta su muerte, el 22 de febrero de 1875, y con 70 años intentó renovar sus técnicas inspirándose de Édouard Manet o Edgar Degas, que representaban una nueva manera de pintar.
Con ellos compartía algunas modelos como Emma Dobigny, protagonista de otra de sus obras maestras, el cuadro “La Dame en bleu” (1874) en el que Corot mezcla la modernidad con el ideal clásico vistiendo a la modelo con un vestido azul largo, típico de la época. EFE
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