Page 10 - 73 Julio Jacksonville
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            Hasta que  llegó la pandemia.  Le recortaron el
         salario a la mitad. Perdió la estabilidad. Vendió todo
         lo que tenía para que su hija Rebeca pudiera estudiar
         medicina en Europa. En el aeropuerto, a Rebeca no
         la dejaron abordar por un  retraso en el esquema
         de vacunación. Ed se subió al avión llorando, con
         novecientos dólares en el bolsillo y una sola certeza:
         tenía que empezar de nuevo.

            Rebeca logró  llegar después a Mallorca  y
         comenzar sus  estudios.  Hoy estudia  enfermería,
         con la idea  de avanzar hasta medicina. “Cuando
         me mandó la  foto de su carnet universitario  y su
         habitación, supe que todo había valido la pena”.
            Ed, mientras tanto, vivió en casa de su hermana
         en  Jacksonville.  Trabajó en  lo que  encontrara,  y
         en paralelo  seguía  trabajando en remoto para la
         industria audiovisual. Luego apareció la oportunidad
         en el dealer. “No sabía nada de carros, pero sí sabía
         vender, sabía escuchar, sabía ayudar”.

            Al principio le costó. No  tenía  vehículo  y su
         esposo la llevaba  y la recogía  todos los días. Se
         quedaba esperándola afuera hasta las ocho de
         la noche. Con el tiempo, Ed no solo lideró ventas,
         también  lograron  comprar  juntos  una  casa. Hoy
         viven con sus dos hijas de veintiún años, sus dos
         perros y  una  pequeña  empresa  de  soldadura  que
         montaron en el garaje. “Todos los sueños grandes
         comienzan en el garaje”, dice.
            Su esposo,  veterano  y amante del karaoke,
         ha sido su mayor apoyo. La respeta, la acompaña
         y la inspira. Ed habla de él con ternura. Dice que
         escucha a Karol G, que ama los autos clásicos y que
         canta como nadie en las noches de karaoke. “Me ha
         dado algo que no había tenido antes: paz. No hay
         reglas cuando hay conexión. Lo conocí y a los pocos
         meses ya estábamos casados”.
            Cada  mañana,  Ed se  levanta  temprano. Hace
         afirmaciones. Agradece. Le habla a Dios. “Si tengo
         un mal día, sé que al siguiente va a ser mejor. Porque
         si te mantienes constante, el éxito llega”.
            No  importa cuántos carros haya  vendido el
         mes anterior. Cada mes comienza desde cero. “La
         pizarra se borra y toca volver a empezar. Por eso la
         constancia es la clave. No puedes dormirte en los
         laureles”.
            Incluso cuando todo parecía estar en su contra,
         Ed encontró cómo salir adelante.  Una  nueva ley
         en Florida le impidió vender carros a personas con
         pasaporte. Era su principal público. Pero no se
         rindió. “Yo les dije que  me pusieran un  asistente,
         que duplicaría mis  ventas. No lo logré, pero me
         mantuve. Y sigo ayudando a quien puedo”.


         Tiene su propia estrategia
         de marketing y más de 400
         carros vendidos en un año.




     10 Qué tal
     10 Qué tal  JACKSONVILLE
                 JACKSONVILLE
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