México, 3 sep (EFE).- El presidente de México, Enrique Peña Nieto, reivindicó hoy su legado al rendir su sexto y último informe de Gobierno, subrayando estabilidad política y económica, pero sin apenas tratar la tragedia de la corrupción y violencia que azota el país.
“Hoy somos un país mejor del que éramos hace seis años. Lograrlo ha sido desde el primer día de este mandato mi mayor compromiso”, dijo entre aplausos, al cierre del evento celebrado en el Palacio Nacional, sede del Ejecutivo.
A lo largo de cerca de hora y media, el mandatario ha desgranado lo que, a su parecer, son los principales logros del Ejecutivo que encabeza desde diciembre del 2012.
Presumió de su legado, centrándose especialmente en las reformas estructurales del Pacto por México -un acuerdo con los principales partidos políticos en 2012- como la educativa, la de telecomunicaciones o la energética, que abrió el sector a la iniciativa privada tras casi ocho décadas de monopolio estatal.
También resaltó una mayor injerencia en asuntos externos y una diplomacia intensa, que permitió al país llegar un acuerdo con Estados Unidos derivado de las complejas negociaciones para modernizar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Al hablar de los logros sociales, Peña Nieto remarcó el combate en la lucha contra la pobreza destacando que más de dos millones de mexicanos salieron de la pobreza extrema.
En un mensaje casi idéntico al del pasado año, insistió en que en la próxima década se podría erradicar la pobreza extrema si se sigue la senda marcada.
Todo ello, continuó, permitirá “transformar a México” y forjar una nueva nación “para los próximas generaciones”, indicó con cierto triunfalismo el jefe de Gobierno, del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Ensalzando reformas como la educativa, que amplió el control de los maestros y sus sindicatos, incluso se erigió como alguien capaz de romper moldes, enfrentándose al sistema.
“Estoy consciente de que el cambio afectó añejo privilegios, y estuvimos dispuestos a asumir este costo y asimilar el desgaste”, apuntó el mandatario, que dejará el poder el 30 de noviembre con bajísimos niveles de popularidad.
De esta manera, la autocrítica brilló casi por su total ausencia en el último informe de Peña Nieto. Aunque algunos breves destellos de reflexión dejó entrever su discurso.
“Reconocer que no en todas las asignaturas alcanzamos los objetivos propuestos”, subrayó hacia el final.
Especialmente en materia de seguridad, en el primer apartado de su mensaje, reconoció que no se pudo “recuperar la paz y la seguridad” para todos los mexicanos.
El país está sumido en una vorágine de violencia que, de acuerdo con el recuento más reciente del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), se cobró 31.174 vidas en 2017, la cifra más alta en dos décadas.
Estas omisiones en asuntos tan graves como la violencia caracterizan también el propio sexto informe de gobierno, un documento de 738 páginas en el que, por ejemplo, no se da la cifra del homicidios del pasado año o la cifra de periodistas asesinados.
En el evento de hoy, Peña Nieto también tendió la mano al futuro presidente de México, el izquierdista Andrés Manuel López Obrador, quien asumirá el cargo en diciembre.
“Con espíritu republicano, reitero mi felicitación a Andrés Manuel López Obrador, presidente electo de México”, señaló el todavía presidente, quien deseó al izquierdista “el mayor de los éxitos” y subrayó que hasta el traspaso de poder se seguirá apostando por el diálogo.
Al final de su discurso, Peña Nieto, arropado por la cúpula política de su partido e importantes empresarios como Carlos Slim, tuvo unas tiernas palabras para su madre, esposa e hijos, que no pudieron contener las lágrimas.
“Servir a México ha sido, es y será siempre mi máximo orgullo y mi mayor pasión”, concluyó.

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