Ginebra, 3 sep (EFE).- La Oficina de Derechos Humanos de la ONU vuelve a ser ocupada a partir de hoy por una mujer, la chilena Michelle Bachelet, en torno a quien concurren unas altas expectativas por su bagaje como jefa de Estado y, especialmente, por haber sido víctima directa de la represión.
“Sé que las víctimas, que los defensores de los derechos humanos están esperando apoyo de mí y haré mi mayor esfuerzo para estar allí cuando lo necesiten”, prometió en sus primeras declaraciones a la prensa desde su nuevo cargo.
Bachelet toma posesión en momentos críticos para los derechos humanos en el mundo, no sólo porque hay numerosas crisis y conflictos que implican graves violaciones, sino por la tendencia de los gobiernos a ignorar las invocaciones de la ONU.
La nueva alta comisionada, que fue presidenta del Gobierno de Chile en dos ocasiones, empezó el día con diversas reuniones en la sede del organismo que dirigirá los próximos cuatro años, intentando empaparse de su funcionamiento y de las situaciones que requieren su atención urgente.
En ese contexto, el primer tema sobre el que tomó posición fue uno relacionado con la libertad de prensa: la condena a siete años de prisión que recibieron en Birmania dos periodistas de la agencia Reuters acusados de violar secretos de Estado en su investigación de una masacre de miembros de la minoría musulmana rohinyá.
Al respecto, no dudó en señalar que la información que difundieron era de “interés público” y que su juicio fue una “parodia”, por lo que pidió a las autoridades birmanas que los liberen.
Bachelet y su equipo trabajan ya en su primer discurso ante el Consejo de Derechos Humanos (CDH) de la ONU, que dentro de una semana abrirá su tercer y último periodo de sesiones del año.
Se trata de un momento muy esperado, en el que cada frase será sopesada y utilizada para intentar adivinar la intensidad con la que Bachelet cumplirá su nuevo papel.
Aunque el CDH es un órgano intergubernamental (lo integran 47 Estados), gran parte de sus decisiones deben ser ejecutadas en el terreno por la Oficina que ahora dirige la expresidenta de Chile.
La llegada de Bachelet a su nuevo cargo coincide también con una fecha clave en el calendario internacional, ya que el 10 de diciembre se celebrará el 70 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Ese aniversario, sin embargo, coincide con la displicencia que están mostrando varios Estados frente a los principios básicos de los derechos humanos y con críticas feroces contra la ONU, encabezadas por Estados Unidos.
El Gobierno del presidente Donald Trump ha reiterado recientemente su amenaza de recortar sus contribuciones para las entidades de derechos humanos de la ONU, como lo ha hecho con la UNWRA, su agencia dedicada al auxilio de los refugiados palestinos.
Las relaciones entre la Oficina de Derechos Humanos y Washington fueron tensas desde la llegada de Trump, por la claridad y firmeza con la que el predecesor de Bachelet, el jordano Zeid Ra’ad al Hussein, se pronunció contra lo que consideraba amenazas o acciones contra los derechos humanos por parte de EEUU.
Las críticas de Zeid, sin embargo, no esquivaban a ningún país, lo que ha dejado el listón alto para Bachelet, quien hoy se comprometió a dar lo mejor de ella “para avanzar en el respeto de los derechos humanos en todas partes del mundo”, una promesa muy significativa para alguien que sufrió, junto a su familia, persecución y tortura en tiempos del dictador Augusto Pinochet.
Tras un primer día de trabajo en Ginebra, Bachelet volará este martes a Nueva York, donde jurará el cargo ante el secretario general de la ONU, Antonio Guterres el miércoles.
Por Isabel Saco

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