Hace solo 20 años en los EE.UU., alrededor de 20 laboratorios desarrollaban una de las más importantes luchas contra las bacterias. En los actuales momentos a causa de la menguada rentabilidad, quedan sólo tres de ellas. Por otro lado, la lucha parece estar a favor de esos microorganismos se vuelven cada vez más resistentes y la amenaza que crean contra la humanidad y que según los cálculos más optimistas pueden arrasar con más de 10 millones de víctimas en el desarrollo de los siguientes 30 años.
Los antibióticos de starups vienen padeciendo muchos problemas financieros y los grandes laboratorios se están abriendo a otros campos más rentables.
La primera manifestación de ese tipo, fue lo ocurrido en la biofarmacéutica Achaogen, dedicada a los antibióticos que después de haber pasado 15 años en el desarrollo de la plazomicina y con su logro de ZEMDRI (nombre comercial) colocó a la droga en ser la primera con la capacidad de eliminar las enterobacterias resistentes a los carbapenemas, las cuales son las más temibles en las unidades de terapia intensiva y con capacidad de matar al 50% de las personas que infectan.
El sueño del éxito duró muy poco, ya que la Organización Mundial de la Salud incorporó a ZEMDRI en su lista de drogas esenciales. Sus ventas en los primeros meses llegaron al millón de dólares constituyéndose en un fracaso a causa del enorme costo de inversión por su creación.
Más tarde en abril de 2019 Achaogen se declaró en quiebra. Al poco tiempo siguió el mismo camino la empresa Aradigm, otra biofarmacéutica especializada en antibióticos de las que tratan enfermedades respiratorias graves.
Según la ONU fallecen 700.000 personas al año por las infecciones resistentes a los antibióticos.
Grandes laboratorios como Novartis y Allergan están realizando giros hacia investigaciones de drogas más rentables económicamente. En USA, las empresas dedicadas a agentes antimicrobiales y continúan en la lucha están presentando dificultades de solvencia y, una de las más grandes, Melinta Therapeutics anunció que se pueden terminar en corto tiempo sus recursos.
“El mundo se está quedando sin antibióticos útiles debido a que el aumento en la resistencia de las bacterias los está desvirtuando y las grandes compañías no se inclinan por hacer otros. Sólo en 2018 tres grandes firmas farmacológicas cerraron sus programas de investigación en antibióticos”, reseñó Wired.
La ONU subraya preocupada: “El daño económico causado por la resistencia no controlada a los antimicrobianos podría ser comparable al de la crisis financiera mundial de 2008-2009 debido al aumento espectacular de los gastos en atención sanitaria, al impacto en la producción de alimentos, el comercio y los medios de vida, y al aumento de la pobreza y la desigualdad”.
El terrible problema no es solo que afecte a poblaciones vulnerables de los países en desarrollo, ya que se sabe por las estimaciones del Centro para el Control y la Prevención de las Enfermedades de Estados Unidos, 2,8 millones de personas del país sufren infecciones bacterianas resistentes a los antibióticos al año y fallecen por esa causa 35.000.
En la óptica empresarial, se entiende porque los antibióticos frente a los medicamentos para enfermedades como la diabetes o la artritis reumatoidea, no son tan exitosamente rentables y la tendencia de los hospitales es resistirse al pago de nuevas terapias con altos costos.
La falta de los antibióticos hace que algunas prácticas médicas se vuelvan impracticables, tales como las quimioterapias contra el cáncer, trasplante de órganos y las cirugías abdominales de alto riesgo.