Phoenix (AZ), 19 feb (EFE).- La bailarina y coreógrafa Ana María Álvarez estrenará el 24 de febrero un espectáculo de danza binacional en la frontera de Douglas, en Arizona, y Agua Prieta, en el estado mexicano de Sonora, que tendrá escenario a ambas ciudades, divididas por un muro.
En estos tiempos de crisis social y políticas antinmigrantes, la artista aseguró a Efe que la danza es una expresión de justicia social y una voz que se deja escuchar con “fuerza” para crear conciencias críticas y por ello creó “Performance in the Borderlands”.
“El baile es una forma de expresar nuestra unidad, nuestra capacidad de ser más humanos, el baile no es distinto de la vida o de la política, el baile representa nuestros cuerpos, y ellos llevan historias, idiomas, fronteras”, dijo la directora del grupo Contra Tiempo Urban Dance Latin Theatre.
Álvarez llegó a Phoenix (Arizona) por medio de la organización artística CALA Alliance para iniciar una conversación artística sobre la defensa de los derechos y la protección del medio ambiente.
Trabajará con artistas de Arizona para crear una representación de baile con un toque de denuncia social en la frontera de Douglas y Agua Prieta.
“Estaré diez días recorriendo Tucson y Douglas Arizona para concluir en Agua Prieta, donde cuarenta bailarines haremos la obra en la frontera y contaremos con los dos escenarios de la frontera”, comentó la galardonada bailarina sobre esta obra de “conciencia social”.
La coreógrafa creció en un hogar bicultural, de padre cubano y madre estadounidense, ambos activistas y sindicalistas, que siempre inculcaron a sus hijos la importancia de la lucha social.
“Mis padres trabajaron para sindicatos, así que la lucha de los trabajadores fue parte de mi vida, siempre me dijeron que podía hacer lo que quisiera con mi vida, pero mi deber era lograr cambios, dejar al mundo en una manera mejor”, expresó.
Desde pequeña se vio atraída por la salsa, ya que su abuelo de origen cubano es un “excelente bailarín”, explicó Álvarez, quien estudió Danza Moderna en la Escuela de Artes de Carolina del Norte y obtuvo un grado en Danza y Política del Colegio Oberlin.
“Luego inicié con mi tesis ‘Contra Tiempo’, que fue una metáfora para la resistencia social. Empezamos con una obra, hicimos giras, y después me di cuenta que tenía una compañía de danza y la oficialice en el 2007”, comentó.
“Contra Tiempo” es un grupo de danza contemporánea que busca vincular diversas expresiones artísticas con mensajes de conciencia social y movilización, visión que la artista desarrolló porque concibe que el arte puede ser empleado para interactuar con las comunidades y la denuncia.
“Por medio de la danza descubrí que podía tener una voz muy fuerte y a la vez crear coreografías. La danza no está desconectada de las problemáticas sociales como la inmigración, especialmente el baile social es una forma que podemos celebrar nuestra unidad, es la energía de la gente que expresa algo”, dijo.

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