Es un hecho que todo lo relacionado con la pandemia del COVID-19 ha modificado nuestra vida en mayor o menor grado, incluso en cosas que ayudan en a la prevención y seguridad sanitaria como es el caso de las necesarias donaciones de sangre tan imprescindibles por la pandemia y por la temporada de huracanes que la hacen más perentoria.
“La necesidad de sangre simplemente no se detiene. No se detiene por un huracán. No se detiene por una pandemia. No se detiene por nada”, dijo la portavoz de OneBlood, Susan Forbes. “Las personas necesitan sangre cuando la necesitan”.
En estos tiempos la demanda de sangre es significativamente más alta.
La sangre a pesar de todos los avances científicos no ha podido ser fabricada y la única posibilidad de ayudar al necesitado es a través de su transfusión gracias a las donaciones voluntarias. Así el donante tiene implícita una actitud responsable y solidaria digna de ser imitada.
Constantemente decenas de pacientes salvan su vida o recuperan su salud gracias a la transfusión de sangre y sus derivados, ello, en tiempos normales. Es necesario sopesar esa necesidad en estos tiempos en que una pandemia devastadora hace estragos en nuestros semejantes con la adición de potenciales riesgos que aporta la temporada de huracanes ya en puertas.
La disposición de donar sangre no debiera ser un acto de una sola vez, es absolutamente imprescindible donar periódicamente. Se necesita transformar la donación en un hecho habitual, acudir cada 4 o 6 meses a donar debería ser una cosa familiar para todos, haciendo entonces posible que las necesidades de sangre y derivados se cubran totalmente.
Sin embargo, los centros de sangre en todo el país están sintiendo la falta de donaciones por la pandemia y es que cada vez es más dificultoso responder a la alta demanda de sangre.
Cercano al 40% de la población es elegible para donar, pero menos del 10% lo hace. La sangre es el regalo más valioso que el ser humano puede ofrecer a otra persona, es regalo de la vida. La decisión de donar sangre puede salvar una vida, o incluso varias si la sangre se separa por componentes –glóbulos rojos, plaquetas y plasma–, que pueden ser utilizados individualmente para pacientes con enfermedades específicas.
Existe además la nueva necesidad de donantes de plasma convaleciente, provenientes de personas que se han recuperado del COVID-19 y aportan ahora anticuerpos contra el virus.
“Esos anticuerpos en su plasma están jugando un papel clave al ser transfundidos en pacientes que aún luchan contra COVID-19, y está ayudando a muchos de ellos a sanar”, dijo Forbes. “Los hospitales dependen más del plasma convaleciente ahora que nunca. El plasma ha tenido un aumento de más del 500% en los pedidos hospitalarios. Ese es un aumento extraordinario, y necesitamos más personas que se hayan recuperado del virus (para donar)”.
Las donaciones han decaído en algunos centros de donación, por lo cual el acostumbrado suministro se esté mermando.
Los tradicionales lugares de donación han sido interrumpidos por la pandemia con los cuales no se puede contar hasta que escuelas secundarias, colegios y universidades, lugares típicos de donación de sangre, puedan reiniciar sus actividades, ellos representan el 20% del total de las donaciones que se hacen.
La confluencia de pandemia y huracanes hace que se deba reactivar la conciencia ciudadana y la solidaridad humana y en forma mayoritaria, si es posible, acudir a realizar una donación de sangre cada vez que sea elegible para garantizar un suministro oportuno.
Es requisito mínimo indispensable para los donantes sangre menores, tener 17 o 16 años con el consentimiento de los padres, pesar al menos 110 libras, estar en buen estado de salud y tener una identificación.